23 May


La malicia del pecado mortal
El pecado mortal es una ofensa grave al Dios de majestad infinita; por consiguiente, es una injuria infinita.
El hombre que comete pecado mortal se rebela contra Dios: si no con palabras, con sus obras dice: No quiere servir a Dios, no quiero hacer lo que Él manda.
El hombre, si se compara con Dios, es infinitamente menos que un gusano comparado con todo el universo.
¿Un ser tan vil se atreve a rebelarse contra Dios? ¿Por qué? Por una pasión baja que no quiere dominar, y, muchas veces, por cosas de ningún valor.
Todo el que comete pecado mortal, ama más a sí mismo y a las criaturas que a Dios, pues disgusta gravemente a Dios, para complacerse a sí mismo o a otros.
¡Pecar! ¡Ofender a Dios en su misma presencia! ¡Es el colmo del atrevimiento! A lo menos, para pecar, buscad un lugar donde Dios no esté. ¡Pero ese lugar no existe!
Quien comete un pecado mortal, es el ser más ingrato. Todo lo que el hombre tiene, Dios se lo ha dado y se lo conserva, y, sin embargo, el pecador lo emplea para ofenderle. El que comete pecado mortal se hace esclavo de las pasiones y apetitos contrarios a la razón.
El pecado mortal es el mayor de todos los males de esta vida, pues estos los ordena Dios para medicina del pecado; ningún médico sabio hace un mal mayor para curar otro menor.
N. S. Jesucristo, para librarnos de los pecados, aceptó los males de pena y muy grandes, pero no el mal de culpa.
El pecado mortal ha sido la causa de que Jesús sufriera los más crueles tormentos en su pasión santísima.
Un solo pecado mortal cambió los ángeles hermosísimos en demonios feísimos.
Un solo pecado mortal, el de Adán, cambió el mundo, de un paraíso de delicias y goces, en un valle de lágrimas y dolores.
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Consecuencias del pecado mortal
El pecado mortal:
1º Nos aparta de Dios y nos priva de su amor y amistad.
2º Nos quita los méritos y el derecho a la gloria.
3º Nos hace merecedores de la eterna condenación
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¡Jamás pecar!
Solo el pecado es el verdadero mal, pues los demás pueden traernos grandes bienes, porque nos ayudan a conseguir mayores premios en el cielo.
Solo el pecado, si es grave, nos separa de Dios, nuestro Sumo bien; y si es leve, retarda nuestra entrada en el cielo y nos priva de muchas gracias.
Evitemos, pues, todo pecado, cueste lo que costare. Digamos a menudo: primero morir que pecar.
Si por cada vez que el hombre cometiera un pecado tuviera que pagar una gran multa o recibir un gran castigo corporal, ¿no es verdad que todos tendrían un cuidado sumo en no cometer pecados?
[La respuesta es sí. Pero ese método no lo usa Dios porque no quiere que lo sirvamos obligados sino por amor. Esa gran multa o castigo debemos aplicarla a nosotros mismos en forma de penitencia para, 1- reducir el tiempo que tendremos que estar en el purgatorio, 2- acostumbrar nuestra mente, corazón y cuerpo a no hacer más pecados]
Con mayor razón debemos abstenernos del pecado por no ofender a Dios, por no perder el cielo, por no merecer los castigos temporales y eternos.
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Medios para evitar el pecado
1º En las tentaciones, acudir a Dios y a la Santísima Virgen con fervorosas oraciones jaculatorias, pensando que Dios está presente en todo lugar.
2º Leer algún libro bueno y hacer unos minutos de meditación cada día.
[Nuestra Señora de las Rosas nos manda hacer una hora diaria de meditación en Dios Padre. Aunque estemos una hora sin que se nos ocurra nada, Dios obra maravillas si le damos, obedientes, esa hora.]
3º Acordarse a menudo de la muerte, juicio, infierno y gloria.
4º Cada noche, al acostarse, hacer examen de conciencia, y pedir a Dios perdón por las faltas cometidas durante el día.
5º Frecuentar los Santos Sacramentos.
[Después de publicar el punto anterior, unos días después agregué algo muy importante al segundo comentario que hice. Está completo en el blog.]

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