20 Mar

LA CREACIÓN
65. Creador quiere decir que Dios todo lo ha hecho de la nada.
Dios es infinitamente feliz en Sí mismo, no necesita de nada ni de nadie.
Movido de su bondad infinita, creó en seis días el cielo, la tierra y todo cuanto ellos contienen.
Crear es sacar las cosas de la nada.
66. Dios creó al mundo con su voluntad omnipotente, lo conserva con su poder y lo gobierna con su providencia.
Dios ha creado, conserva, gobierna y dispone todas las cosas a su voluntad.
Providencia divina es el cuidado con que Dios dirige todas las cosas, aun las más pequeñas, al fin por Él señalado.
Todo lo que sucede es porque Dios así lo quiere o lo permite.
Unas cosas Dios las quiere y las manda; otras Dios no las impide, como el pecado, por no quitar al hombre su libertad, y también porque del mal sabe sacar grandes bienes.
Siendo, pues, Dios infinitamente bueno, sabio y poderoso, amémosle de todo corazón, acatemos humildemente todas sus disposiciones y pongamos en Él toda nuestra confianza.
Nuestro presente y porvenir están en las manos de Dios, nada hemos de temer, si procuramos servirle fielmente.

LOS ÁNGELES
67. Los seres más perfectos que ha creado Dios son: los ángeles y los hombres.
68. Los ángeles son unos seres puramente espirituales, dotados de inteligencia y voluntad.
En el cielo, Dios creó a los ángeles, y los dotó de dones inefables. Los ángeles son espíritus puros; no tienen cuerpo.
69. Dios creó a los ángeles, para que le alaben y le sirvan eternamente.
Así como los monarcas y grandes de la tierra tienen cortesanos, ministros, pajes, que les sirven y les forman corte de honor; así también Dios, Rey de reyes, tiene sus ministros, que hacen guardia de honor alrededor de su trono, le rinden homenaje, le tributan alabanzas y le sirven, obedeciendo al menor de sus deseos.
70. Dios creó a los ángeles en estado sobrenatural de gracia y santidad.
71. No todos los ángeles perseveraron en el estado en que Dios los creó: muchos perseveran en él, y se llaman ángeles buenos; otros le perdieron por soberbia, rebelándose contra Dios, y fueron precipitados al infierno, y se llaman ángeles malos o demonios.
Luzbel, Lucifer, era el más hermoso de todos; mas, lleno de soberbia, se rebeló contra Dios, y dijo: ¡No serviré!
Una tercera parte de los ángeles acompañó a Luzbel en su rebeldía.
Miguel, lleno de celo por el honor de Dios, exclamó: “¡Quién como Dios!”
Luchó contra Luzbel y lo venció.
Satanás y los demás ángeles rebeldes fueron arrojados al infierno.
Llamamos demonios a los ángeles rebeldes.
Antes que los ángeles pecaran, el infierno no existía.
Dios creó el infierno para castigo de los demonios y demás pecadores impenitentes.
Los ángeles buenos, en premio de su fidelidad, fueron confirmados en la gracia y ven claramente a Dios.
Los ángeles estaban en el cielo, en un lugar de prueba, como estamos ahora nosotros.
La historia de los ángeles buenos y malos es para nosotros una lección utilísima que no debemos olvidar.
Si servimos a Dios, imitamos a los ángeles buenos, e iremos a gozar con ellos eternamente en la gloria.
Si pecamos y no nos arrepentimos imitamos a los demonios y con ellos iremos a sufrir eternamente en el infierno.
Los ángeles son ministros de Dios.
72. Los ángeles buenos nos aman, ruegan a Dios por nosotros, nos mueven al bien y nos protegen en el alma y en el cuerpo.
73. El Ángel de la Guarda, que se llama también Ángel Custodio, es el ángel que Dios da a cada uno de nosotros, para que nos proteja en la tierra y nos lleve al cielo.
74. Tenemos que honrar al Santo Ángel de la Guarda, rezándole, dándole gracias por sus muchos beneficios y siguiendo sus santas inspiraciones.
Debemos tener gran devoción y respeto a nuestro Ángel Custodio, procurando evitar el pecado, para no ofender su santa presencia.
Los ángeles buenos son representados como niños o jóvenes con alas, para manifestar su hermosura y la rapidez con que se trasladan de un lugar a otro. [El desnudo es una abominación para Dios, no hay ángeles santos desnudos ni en el Cielo ni en ninguna parte]
Los demonios son representados en formas horribles, para manifestar su gran fealdad.
EL HOMBRE
75. El ser más noble creado por Dios sobre la tierra, es el hombre. [Dios nos dio potestad de ser Hijos de Dios, a los que aman y obedecen a su Hijo]
El hombre es un ser racional, compuesto de alma y cuerpo.
El alma es un espíritu inmortal.
El alma ejerce actos espirituales, como el pensar, querer, etc.; por consiguiente, es espíritu.
Es inmortal, pues, siendo una sustancia espiritual, simple, no tiene partes en que se pueda descomponer.
Además, el alma humana ha sido elevada por Dios a la vida sobrenatural de la gracia, para gozar eternamente con Él en la gloria.
La fe y la sana razón nos dicen que nuestra alma no muere con el cuerpo, sino que va a recibir premio o castigo eterno, según sus obras.
El hombre es libre; puede hacer el bien o el mal, hacer una cosa o no hacerla; o puede hacer una en vez de otra.
Tenemos libertad para hacer el mal, pero no el derecho de hacerlo.
Por lo mismo que uno es libre para hacer el bien o el mal, merece premio o castigo.
El hombre fue la última obra de la creación.
76. Dios ha creado al hombre para conocerle, amarle y servirle en esta vida, y después gozarle en la vida eterna.
Hace cien años, y aun mucho menos tiempo, no existíamos.
Ahora existimos, estamos en este mundo.
Dentro de algún tiempo, tal vez muy pronto, moriremos.
Es muy justo y razonable, pues, que averigüemos seriamente:
¿Quién nos ha dado el ser que tenemos? ¿Para qué estamos en este mundo? 
¿Qué será de nosotros después de la muerte?
La razón, iluminada por la fe, nos dice que:
Dios nos ha creado para conocerle, amarle y servirle en esta vida, y después gozarle para siempre en la otra.
El fin para el cual Dios nos ha creado, es tan elevado y excelente, que no puede serlo más.
Los ángeles en el cielo y María Santísima no tienen otro fin más elevado.
Nuestro fin es infinitamente grande.
Estamos en la tierra para servir a Dios y ganar el cielo: para nada más.
Por consiguiente, en esto debemos poner todo nuestro empeño y diligencia.
A Dios se le sirve guardando sus mandamientos.
La religión verdadera nos enseña cuáles son estos divinos mandamientos.
77. El primer hombre fue Adán, cuyo cuerpo hizo Dios de barro, y le unió un alma inmortal que creó de la nada; y la primera mujer fue Eva, que sacó del costado de Adán, dotándola igualmente de un alma inmortal.
Adán fue creado a imagen y semejanza de Dios.
Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.
El Señor formó de barro el cuerpo del primer hombre, sopló en su rostro y le infundió el alma racional, dándole la vida.
El primer hombre se llamó Adán.
Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda semejante a él”
Estando Adán dormido, Dios le sacó una costilla, y con ella formó a la mujer, y la preentó a Adán, quien la aceptó por esposa.
La creación del primer hombre y de la primera mujer en la forma ya indicada, no es imposible.
Dios, por ser omnipotente, puede sacar las cosas de la nada; co más razón puede cambiar una cosa en otra.
La primera mujer se llamó Eva.
78. Todos los hombres descendemos de Adán y Eva.
79. Dios creó a Adán y Eva muy buenos y felices, les infundió el don sobrenatural de la gracia santificante, y les comunicó además otros dones extraordinarios.
80. Dios colocó a Adán y Eva en un lugar delicioso, llamado Paraíso terrenal.
Adán y Eva, adornados por Dios con la gracia santificante, estaban llenos de felicidad, libres de la muerte y demás miserias.
Todo obedecía a la voz del hombre.
Dios concedió estos dones a Adán y a todos sus descendientes, con la condición de que Adán no comiera de la fruta del árbol llamado de la ciencia del bien y del mal.
81. Dios impuso a Adán y Eva el precepto de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.
Esta prohibición tenía por fin probar la fidelidad de nuestros primeros padres, y que demostraran reconocer el supremo dominio que Dios tiene sobre todas las cosas.

PECADO DE ADÁN Y EVA
82. Adán y Eva, tentados por el demonio, desobedecieron a Dios.
Eva, engañada por el demonio, que se le presentó en figura de serpiente, comió la fruta prohibida, y comió también Adán, invitado por Eva. Este pecado fue de soberbia y grave desobediencia.
83. Adán y Eva, por su soberbia y desobediencia, perdieron en el acto la gracia santificante, y quedaron sujetos a la ignorancia, las pasiones y toda clase de miserias.
84.  Dios, además arrojó a Adán y Eva del Paraíso terrenal, y los condenó a padecer y morir.
85. Adán y Eva merecieron el infierno; pero hicieron penitencia, y Dios les perdonó su pecado.
86. Todos los hijos y descendientes de Adán y Eva heredamos aquel pecado, y naciendo en estado de la privación de la gracia, quedamos sujetos a los dolores y a la muerte.
87. Este pecado se llama pecado original.
88. Únicamente María Santísima ha sido preervada del pecado original.
Han heredado el pecado original todos los descendientes de Adán, por generación natural, menos María Santísima.
Jesús no lo pudo tener, porque su persona divina es incapaz de pecado y no procedió de Adán, del mismo modo que los demás hombres.
María no lo tuvo, por privilegio especialísimo, en previsión de que sería la Madre de Dios.
Celebramos este privilegio de María, el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción.
El pecado de Adán acarreó al género humano la privación de la gracia de Dios, la ignorancia, la inclinación al mal, la muerte y todas las demás miserias.
Por el pecado original, nosotros, cuando empezamos a existir, no tenemos la gracia de Dios y demás dones, que tuviéramos, si Adán no hubiese pecado.
El pecado original es voluntario, y, por tanto, culpa en nosotros, solo porque Adán lo cometió voluntariamente, como cabeza de la humanidad.
Nosotros, al contraer el pecado original, no pecamos con nuestra propia voluntad; por esto Dios no castiga, sino que simplemente no premia con el cielo al que muere con el solo pecado original.
Los hijos de un padre que ha disipado sus bienes, son pobres; así nos sucede a los descendientes de Adán pecador.
Dios nada debía a Adán y a sus descendientes.
La gracia original y todos los demás dones sobrenaturales eran concedidos graciosamente, con la condición de que Adán cumpliera el precepto divino.
Es, pues, muy justo que los descendientes de Adán heredemos el pecado original.
89. Dios tuvo misericordia de los hombres , y para salvarlos, les prometió y envió un Redentor.
90. El Redentor que Dios prometió y envió a los hombres, es el mismo Hijo de Dios hecho hombre.

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