21 May

CONTINÚA EL PRIMER MANDAMIENTO 

LECCIÓN 11 – LA VIRTUD DE RELIGIÓN [La moral Católica – Editorial Luis Vives, 1954] 

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[Notas agregadas están en [  ].]

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LA VIRTUD DE RELIGIÓN

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119.- PRECEPTO DE LA VIRTUD DE RELIGIÓN.- La virtud de religión nos obliga a tributar a Dios el honor y el culto supremo que le debemos como a primer principio y soberano Señor de todas las cosas, es decir, a rendirle el culto de adoración. Comprende el cumplimiento de todos los deberes religiosos. 

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[Nota: las víboras infiltradas dicen: “yo doy cumplimiento: cumplo y miento”, son los mismos miserables que decían “jurar por el Templo no obliga, pero si juras por el tesoro del Templo, quedas obligado”. Jesús, que es Dios, manda a los hipócritas a las tinieblas donde hay llanto y rechinar de dientes.] 

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No basta que creamos en Dios, es preciso también que le reconozcamos como a nuestro Padre y soberano Señor. 

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La virtud de religión es virtud moral y no teologal, porque no se refiere directamente a Dios, sino al culto que debemos tributarle.

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La Religión no se contenta con exponer las verdades que se relacionan con Dios, su existencia, los beneficios que ha hecho a la humanidad: creación, conservación, redención. Los conocimientos teóricos, que desde luego son obligatorios para el hombre, requieren la práctica de deberes explícitos, tanto en la vida privada como en la pública, lo mismo en la niñez que en la juventud y edad madura. 

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120.- CULTO DIVINO.- Culto significa manifestación, con palabras, actos o gestos, del concepto que tenemos de la excelencia o dignidad de una persona o cosa. Culto divino es el homenaje o suma veneración, que el hombre, como ser inteligente, rinde a Dios. Esta veneración se llama adoración, y constituye la esencia de la virtud de religión. 

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121.- ADORACIÓN.- Es la manifestación del sumo respeto, de la sumisión completa y de la reverencia profunda que debemos a Dios por sus atributos, su infinita excelencia, porque es el Señor de cuanto existe y de Él dependemos en todo. Esto último nos aconseja el Profeta Rey con las siguientes palabras: Venid, adoremos, postrémonos en la presencia del Señor, que nos hizo, porque Él es nuestro Señor, y nosotros somos su pueblo (Ps. 94, 6 y 7). 

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La adoración es un acto de culto reservado a sólo Dios. Débese, por tanto, a cada una de las Personas de la Santísima Trinidad, y a Jesucristo también en las especies sacramentales. 

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[Nota: obvio, ya que en la Consagración. el Espíritu Santo transforma el pan y el vino en Jesucristo, en cada una de las dos especies está Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.]

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Por dos razones debemos a Dios el culto de adoración: 1ª Por derecho natural, por ser Él creador, señor y conservador de todas las cosas 2ª Por derecho divino positivo, pues así consta en varios pasajes de la Sagrada Escritura: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto”, contestó Jesucristo al tentador (Mat., IV, 10). -- 

[Nota: otras traducciones dicen: “a Él solo servirás”, se entiende que se puede servir a jefes, o se puede manifestar con palabras o gestos la excelencia del concepto que tenemos de alguien o algo, o sea dar culto. Pero servir como a Dios, sólo a Él. Y culto divino: sólo a Dios. Por lo tanto "culto pagano" es idolatría y apostasía (lo que pasó en los jardines del Vaticano en 2019). No se puede manifestar con palabras o gestos la "excelencia del concepto" de un ídolo. 

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El siguiente punto habla del culto a los santos, a los ángeles y a las imágenes. Tener imágenes religiosas no está en contra de Dios. En el Arca de la Alianza había dos figuras de Ángeles, y así lo había ordenado Dios. En la sala más sagrada del Templo en el Antiguo Testamento había dos inmensas figuras de Ángeles con alas extendidas de 2 metros de largo, el candelabro de los 7 brazos tenía figuras de flores, y recordemos que Aarón tenía pequeñas granadas junto con campanas en el borde de su túnica. Es decir, Dios mandó a Moisés hacer ciertas imágenes como parte del culto a Dios, y en el Templo (diseñado por el rey David y construido por el rey Salomón), esas imágenes no debían ser adoradas (lo mismo que ahora y siempre en la Iglesia), pero formaban parte del culto divino ofrecido a Dios. 

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 No se reza a las imágenes, sino a quienes representan. La Virgen, los Ángeles y los Santos interceden ante Dios por nosotros. Apocalipsis 8: 3-4: "Y vino otro ángel y se detuvo junto al altar, teniendo un incensario de oro, y se le dieron muchos perfumes para que hiciera su ofrenda con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que está en la presencia del trono. Y el humo de los perfumes subía con las oraciones de los santos de la mano del ángel en acatamiento a Dios." Y bien que los ángeles ayudaron cuando Heliodoro quiso saquear el Templo, y bien que el arcángel San Rafael ayudó a Tobías y a su padre. Si se puede pedir ayuda a alguien en este mundo y la gente pide a otros seres humanos (incluso no consagrados u ordenados) que recen por ellos, ¿cómo no se puede pedir ayuda a alguien en el Cielo? No adoramos las imágenes, damos culto a los seres que representan, reconocemos la dignidad que tienen ante Dios. Sólo adoramos a Dios, pero nos arrodillamos ante las imágenes de los santos y de los ángeles y de la Santísima Virgen María porque interceden ante Dios por nosotros. Llegó un momento en esta historia reciente en que todas nuestras oraciones llegan a Jesús sólo por la intercesión de la Santísima Virgen María. Nos arrodillamos ante ellos porque tienen una dignidad dada por Dios, como en el pasado los hijos se arrodillaban ante sus padres para recibir su bendición, tienen una dignidad dada por Dios; y la gente se arrodillaba ante sus reyes porque se entendía que su autoridad venía de Dios. Así que se arrodillaban ante la autoridad que es ordenada por Dios. Como tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas nunca podemos traicionarle aunque nuestra madre, padre, rey, obispo, etc. nos ordene hacer un pecado. Su autoridad viene gracias a la Ley de Dios, así que si lo traicionan, no hay que obedecerlos porque están trabajando para Satanás. Con respecto a los padres, abuelos, maestros, etc. seguimos respetándolos pero no podemos obedecerlos en caso de que nos ordenen hacer un pecado. En el caso de los gobernantes, traduzco 2 versículos de mi Biblia porque están muy cambiados en internet. Respecto a los Obispos, Papas, etc., la Iglesia tiene sus reglas. 

-- Job 34, 19-20 : El que no tiene preferencia por los príncipes, ni prefiere los ricos a los pobres, porque obra de sus manos son todos ellos. Mueren en un instante y en medio de la noche un pueblo se rebela contra ellos y desaparecen, eliminando así al opresor sin esfuerzo.

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El Arca de la Alianza era una cosa, y sin embargo la gente se postraba ante ella, sabiendo, como sabemos de las imágenes, que no son Dios. Pero el Arca recibía culto (tocaban trompetas al recibirla, la llevaban en procesión, le dedicaban vítores). El Templo que tenían los hebreos no era Dios, pero cuando Heliodoro entró a robarlo, el pueblo se postró en dirección al Templo en las calles y terrazas... rezando a Dios. Y Dios hizo el milagro de enviar 2 Ángeles para golpear al intruso. 

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Es notable como ni los judíos, ni los musulmanes, ni los protestantes y sus derivaciones (más sionistas que otra cosa) no entienden NADA del Antiguo Testamento, los judíos adoran más el oro que a Dios, por lo que traicionan los 10 Mandamientos y todo en su búsqueda de poder, solo para descubrir que se convirtieron en esclavos de Satanás. Los musulmanes acaban de cambiar el Antiguo Testamento diciendo, por ejemplo, que Ismael era el heredero de Abraham, es por amor a la mentira y al fanatismo ciego que tienen. Los protestantes adoran su herejía hasta el extremo de no creer en la Presencia de Jesús en la Sagrada Eucaristía (aunque haya Milagros Eucarísticos estudiados por la ciencia) y su arrogancia les hace despreciar a la Virgen, que es La Llena de Gracia, elegida para ser la Madre de Dios. De hecho, todos esos grupos han traicionado el más importante de los Mandamientos: el Primero. Y, curiosamente, todos ellos odian las imágenes...

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 En la época del Imperio Romano, los cristianos, por supuesto, sólo ofrecían sacrificios a Dios, y eran perseguidos y martirizados, no tengo constancia de persecuciones o martirios graves contra los judíos por ese motivo. 

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Es notable cómo ni los judíos, ni los musulmanes, ni los protestantes y sus derivaciones (más sionistas que otra cosa) entienden NADA del Antiguo Testamento, con sus fanatismos de mentes en las tinieblas odian con soberbia satánica a la Santa Religión y entre ellos no se atacan mucho, pero siempre se la han pasado despreciando, odiando, y atacando a la Religión verdadera. 

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Con respecto a las imágenes, pienso que pasa como con el árbol de la Vida. Dios es bueno, no lo puso ahí para que lo codiciemos y no lo probemos. Era para aprender a obedecer y, algún día, al estar preparados, nos lo daría. Con las imágenes, el proceso de aprendizaje y premio es evidente: 1ro. la serpiente en el poste, se miraba. Luego se permiten ángeles en el Arca, no se permitía otra clase de imágenes porque se confundirían con los ídolos paganos, empezarían a adorarlas. Pero en la plenitud de los tiempos, el Hijo de Dios fue hecho hombre y podemos tener imágenes ya que se lo podía ver. E hizo muchos milagros a través de las imágenes bendecidas.

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Y respecto al árbol de la Vida, ya sabemos quiénes estarán preparados, nos dice Jesucristo en el Apocalipsis 2,7: “Quien tenga oído, oiga qué dice el Espíritu a las Iglesias: Al que venciere le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de mi Dios”.]

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122.- ESPECIES DE CULTO.- Dos comunica parte de su excelencia a algunas criaturas, por ejemplo a los ángeles y a los santos, y, como tales, son dignos de nuestro culto. Los teólogos llaman dulía a esta veneración, pero en ella distinguen la protodulía y la hiperdulía, en honor de San José y de la Santísima Virgen, respectivamente. 

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Por parte del que lo tributa, el culto puede ser interno y externo, público o privado, individual o social, absoluto o relativo. El culto interno consiste en el homenaje que el alma tributa a Dios con actos que no salen del fuero interno. Tales: la adoración, el Amor, la Fe, la Esperanza. El culto externo consiste en manifestar a Dios los afectos y sentimientos internos por medio de actos exteriores y sensibles como la postración, la genuflexión, los sacrificios, la señal de la cruz, etc. 

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Prácticamente nuestra adoración debe consistir en: 

1º CREER todas las verdades de nuestra Santa Religión y estudiar con amor y cariño la doctrina cristiana; 

2º ASISTIR DEVOTAMENTE A LA SANTA MISA Y RECIBIR con las debidas disposiciones los Sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía. 

3º SER FIELES en rezar cada día las oraciones del cristiano. 

4º GUARDAR LOS MANDAMIENTOS y hacer en todo la VOLUNTAD DE DIOS, ACEPTANDO CON SUMISIÓN todo lo que disponga respecto de nosotros.

 5º RESPETAR las personas, lugares y objetos sagrados. 

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El culto público es el culto externo tributado en nombre de la Iglesia, por personas legítimamente constituídas para ello. Se llama también culto social, porque en sus actos interviene la sociedad en corporación o representada por alguna persona. Tales son: las rogativas, las procesiones, la Santa Misa, aunque en ésta no haya fieles, ya que el sacerdote la ofrece como ministro de la Iglesia y en nombre del pueblo cristiano, representado por el acólito. 

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El culto privado es el que ofrece una persona o una colectividad, por su voluntad particular y en nombre propio, como cuando uno reza el Rosario o hace el Vía Crucis. Este culto es individual o privado, aunque se practique en común, porque consiste en actos no mandados por la Iglesia ni hechos en nombre de ella. 

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El culto absoluto es el que se tributa directamente al objeto (Dios, Ángel, Santo) por su propia excelencia. Y es culto relativo el que se da a una cosa (cruz, estatua, imagen), por causa de la excelencia del objeto al que se refiere o representa. 

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[Acá objeto significa el “fin al que se dirije nuestra acción” de meditar u honrar, o adorar o dar culto] 

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123.- ACTOS DEL CULTO DIVINO.- La virtud de religión exige del hombre la práctica del culto divino. Sus actos principales son: la adoración, la oblación, el sacrificio o inmolación, los ritos, que son externos; la invocación del Nombre de Dios y la oración, que son internos. -- En la oración van incluídos: la acción de gracias por los beneficios recibidos, y el desagravio por las ofensas cometidas. 

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La adoración es un acto interno y la manifestamos exteriormente, por ej. con la genuflexión. 

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La oblación es la entrega total y completa de sí mismo a Dios; una ofrenda de todo el ser, vida y acciones, para mayor gloria de Dios. 

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El sacrificio es un acto de religión que consiste en ofrecer a Dios, por medio del ministro legítimo, algo sensible que en su honor se destruye o se transforma, a fin de reconocer el supremo dominio que tiene sobre las criaturas. El sacrificio, al igual que la adoración, es acto de latría, y, por consiguiente sólo se puede ofrecer a Dios. [No siempre, porque podemos ofrecer nuestros sacrificios personales (sufrimientos, negaciones que nos imponemos, etc. y no se necesita un mediador]

 -- Los ritos son ceremonias o usos litúrgicos, que regulan los actos y detalles del culto externo. 

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Oración es la elevación del alma a Dios, para adorarle, alabarle, implorar el perdón de los pecados, darle gracias y pedirle mercedes. Se ha de enderezar ante todo y sobre todo a los que atañe a la salvación, para lograr el reino de Dios. 

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124.- OBLIGACIÓN DEL CULTO DIVINO.- El hombre es deudor a Dios no sólo de su alma, sino también de su cuerpo; no basta, pues que le rinda el tributo de su adoración en lo íntimo de su corazón, o solamente en privado; es indispensable que le tribute también culto externo y público. Pero téngase presente que el culto externo no sería sincero ni de valor alguno, si no le acompañase el interno: sería pura hipocresía. Dios es Espíritu, dice Jesucristo, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad (Juan, IV, 24). El culto externo ha de ser prudente. Por lo mismo, todo acto que no sea obligatorio, ha de posponerse a las propias obligaciones o deberes de estado. Además ha de ser grave, santo, sencillo, natural, sin exageraciones ni ridiculeces. 

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125.- OBLIGACIÓN DEL CULTO PÚBLICO Y SOCIAL.- La sociedad, al igual que el individuo, debe reconocer que de Dios tiene su origen, dependencia, conservación y gobierno.

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En efecto, el hombre es por naturaleza un ser sociable; no está hecho para vivir aislado, pues por sí mismo no puede atender a todas sus necesidades corporales y espirituales; por eso infundióle el Creador cierto impulso a asociarse con sus semejantes. Así, pues, la sociedad, como todo ser, debe su existencia al Creador, el cual la conserva con preceptos de justicia, obediencia y caridad que ha grabado en su corazón, la colma de beneficios y hace que se desarrolle pujante y vigorosa con la institución de la Iglesia. 

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Nada más justo, pues, que también la sociedad civil rinda a su Autor culto social y público. Dichosos los pueblos que así lo entienden y practican. 

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Cierto es que Dios no tiene necesidad de nuestro culto. Somos nosotros los que lo necesitamos para corresponderle en algo, pues al exigir que le tributemos culto no hace más que obrar conforme a su santidad y sabiduría. Jesucristo nos dio ejemplo de ello durante su vida.
Dirá tal vez alguno: ¿Para qué tanto gasto en el culto? Eso mismo dijo Judas Isacriote, refiriéndose a la acción de la Magdalena, en la cena de Betania, y su conducta mereció repulsa del divino Maestro. El dar para el culto es precisamente un medio de fomentar el espíritu de caridad para con los pobres. Es un hecho constante que a mayor generosidad para con las obras de culto corresponde igual largueza para con los pobres; y la tacañería en la línea del culto lleva aneja la ruindad en las obras de caridad. 

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126.- CULTO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN.- Veneramos a la Santísima Virgen con el culto especial de hiperdulía, o de muy grande veneración, por la excelencia sobrenatural que Dios le comunicó en grado supereminente.

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Consiste esta sobreexcelencia en su especial dignidad de Madre de Dios y demás privilegios con que la enriqueció la Santísima Trinidad, tales como el haberla preservado del pecado original, haberla resucitado y llevado en cuerpo y alma a los cielos y haberla coronado como Reina y Señora de toda la creación. Debémosle culto especial, además, por ser nuestra Madre y tener más interés y solicitud que todos los Santos en nuestra salvación; y, también, por su intercesión para con Dios, más poderosa que la de todos los Santos juntos, ya que su maternidad divina la hace –en cierto modo- omnipotente. [Nota: es así ya que Su Divino Hijo no le niega nada de lo que Ella le pide].

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127.- CULTO A LOS ÁNGELES Y A LOS SANTOS.- A los Ángeles y los Santos tributamos el culto de dulía, por la excelencia sobrenatural participada que tienen de Dios. Este culto es justo y legítimo por varios motivos:

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1º Porque el mismo Dios los honra, obrando milagros por su intercesión; con lo cual se cumple la promesa de Jesucristo: Al que me sirve, mi Padre le honrará (Juan XII, 26).

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2º Porque es muy agradable a Dios; pues se ve honrado y glorificado en sus Santos.

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3º Porque Dios lo quiere y aconseja, y, en cierto modo, lo ordena. Dijo Dios al pueblo hebreo: “Yo mandaré un ángel ante ti (por el desierto) para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto. Acátale y escucha su voz… porque lleva mi Nombre” (Éx., XXIII, 20-21). 

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4º Porque la Iglesia lo recomienda, por la fe que tiene en la intercesión de los Santos.

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5º Porque es sumamente útil y ventajoso, pues los ejemplos de los Santos nos estimulan a practicar la virtud, y su devoción nos asegura poderosos intercesores en el cielo.

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128.- CULTO A LAS SAGRADAS RELIQUIAS.- Llámase reliquias de los Santos, sus cuerpos, huesos, cenizas y cuanto estuvo en contacto con ellos (instrumentos de penitencia o de martirio, vestidos, libros y otros objetos). En todo tiempo ha autorizado Dios y autoriza por medio de milagros, la veneración de las sagradas reliquias de los Santos. El Concilio de Trento declaró que deben honrarse los cuerpos de los Mártires y de los demás Santos, porque fueron miembros vivos de Jesucristo y templos del Espíritu Santo y han de resucitar un día gloriosos para la vida eterna. 

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Para que las reliquias puedan recibir culto, es preciso que estén autenticadas por documentos eclesiásticos.

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129.- CULTO A LAS IMÁGENES.- Las imágenes son representaciones pictóricas (estampas, cuadros), plásticas o escultóricas (estatuas, medallas), de Jesucristo y de la Santísima Virgen, en cualquiera de sus misterios, y de los Santos. “Se les debe tributar la veneración y culto relativo correspondiente a la persona a la cual ellas se refieren.” (Código Canónico, 1255, 2) Es culto relativo porque la veneración que les damos no se refiere a las imágenes en sí mismas, ni a la materia de que están formadas, sino a Jesucristo, a la Virgen, o al Santo que representan. Su culto relativo es, pues, legítimo y, además, muy útil por las ventajas espirituales que reportan a los fieles las sagradas imágenes. En ellas pueden leer hasta los ignorantes. 

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El culto a las sagradas imágenes fue impugnado con furor impío en el siglo VIII por unos herejes, llamados iconoclastas o destructores de imágenes. En el siglo XVI los protestantes renovaron los excesos sacrílegos de los inconoclastas; pero fueron todos anatematizados por la Iglesia, cuyos santos Doctores defendieron victoriosamente el culto a las imágenes. No es esto idolatría, como pretenden los protestantes, porque nuestros ruegos no se dirigen a la imagen del Santo, sino al Santo mismo, representado por ella. 

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130. Diferencia entre el culto de latría y los demás.- Ente el culto de latría o de adoración, y los de dulía, protodulía e hiperdulía, hay una diferencia esencialísima. El de latría es de precepto natural y de mandamiento divino positivo, y, por lo tanto, obligatorio para todos los seres racionales, pues todos deben reconocer la suma excelencia de Dios y su absoluta dependencia de Él.

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En cambio, el culto a la Santísima Virgen, a San José, a los ángeles y a los Santos, es sólo culto de veneración más o menos grande, muy piadoso y muy recomendable, pero no consta del todo que sea estrictamente obligatorio por ley positiva. [También dicen que no es obligatorio creer en las apariciones de la Virgen, pero Ella es la Madre y Reina de la Iglesia, y a una buena madre se la obedece y a una buena reina también, y recordar que porque el Papa no obedeció a Nuestra Sra. de Fátima vino la 2da. guerra mundial]

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 A Dios le honramos por Sí mismo, por Su propia Excelencia; y a los Santos los honramos por Dios, por la excelencia que les comunica.  La palabra adoración aplicada a la Santísima Virgen y a los Santos significa sólo reverencia o veneración. 

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[Qué bien que la Iglesia especifique eso por si alguien usó esa palabra mal pero tenía buena fe, pero igual la palabra adoración sólo puede ser aplicada a Dios, es un tremendo pecado decir por ejemplo: “mis nietos me adoran” “un gatito adorable” etc., y nadie debe excusarse, aplicándola a la Santísima Virgen o a los Santos, en que sólo quiso decir “reverencia”. Ya he oído leer, por las víboras infiltradas en la Iglesia, que Jacob “adoraba” a su hijo José. Están cambiando todo lo que pueden de la Santa Biblia y los escritos que tiene la Iglesia con esas costumbres que van poniendo de moda.] 

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Solamente a los Santos canonizados o beatificados por la Iglesia se puede tributar culto público: a los primeros en todas las formas del culto de dulía y en todo lugar; a los Beatos sólo se les puede honrar en cuanto al lugar y modo que determine el Papa. A los siervos de Dios, muertos en olor de santidad, pero no beatificados, sólo se les puede honrar e invocar privadamente.

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