DE LAS VIRTUDES EN GENERAL- VIRTUDES CARDINALES
Lección 27 de La Vida Sobrenatural – 5to. Curso – Editorial Luis Vives, 1954
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327. Qué es virtud.- Virtud es una disposición habitual del alma que nos inclina a obrar bien o dicho más brevemente es un hábito de obrar bien; es una costumbre buena que nos da aptitud o inclinación a proceder en todo rectamente, conforme al orden establecido por Dios.
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La virtud no es acto transitorio, sino una cualidad, una inclinación permanente que nos lleva a hacer lo que es grato a Dios y aún lo que le es más agradable.
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El que posee la virtud de la cridad por ejemplo, procura aprovechar cuantas ocasiones se le presentan de ejercitarla y aún va más lejos: corre en busca de ellas para aliviar miserias y practicar obras de misericordia y de apostolado.
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Conviene distinguir bien entre virtud y acto de la virtud, pues un acto virtuoso no siempre supone la existencia de la virtud en el que lo ejecuta porque puede ser un acto aislado como también puede suceder que un alma posea una virtud y no tenga ocasión para ejercitarla y producir actos.--La virtud es la tendencia o disposición permanente y constante de la voluntad a producir actos buenos y virtuosos. Puede compararse a un árbol frutal que da sus frutos en tiempo oportuno: los frutos son los actos de virtud.
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328. Clases de virtudes.- Las virtudes se dividen por su fin: en naturales y sobrenaturales; y por su origen: en infusas y adquiridas.
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Las virtudes sobrenaturales pueden ser, por su objeto: teologales y morales y por su grado o intensidad: comunes y heroicas.--329. Virtudes infusas.- Virtudes infusas son las que Dios infunde en el alma por medio del santo Bautismo y demás Sacramentos, sin que haya cooperación de parte nuestra.
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Algunas son totalmente sobrenaturales, por cuanto en manera alguna podemos adquirirlas por medio de nuestros actos. Otras lo son en cuanto al modo por habérnoslas infundido Dios “de hecho” aunque pudiéramos adquirirlas con actos repetidos.
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Son infusas las virtudes teologales y algunas morales.
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La gracia santificante que Dios nos da, va siempre acompañada de las cualidades que nos habilitan para obrar conforme conviene a hijos de Dios. Esas cualidades o disposiciones habituales no podemos adquirirlas por nuestras propias fuerzas. Dios nos las infunde gratuitamente por eso se llaman virtudes infusas.
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330. Virtudes adquiridas.- Las virtudes adquiridas son las que el hombre alcanza poco a poco por la repetición de una misma especie de actos y a fuerza de vencerse a sí mismo. Si la gracia de Dios ayuda a esos esfuerzos se producen actos de virtud sobrenaturales.
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331.- Virtudes naturales.- Virtudes naturales son las que se adquieren y conservan con las fuerzas naturales, es decir teniendo en cuenta la sola bondad de la operación y las luces de la razón.
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Estas virtudes se aumentan por la repetición de los actos; pero de nada sirven para la vida eterna, pues tienden a un fin puramente natural: Dios las premia en este mundo. [nota: ej. la filantropía, que no da méritos para el cielo ya que se hacen por amor a lo creado y no a Dios]
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[para entender lo siguiente se podría pensar que las verdaderas virtudes teologales: Fe Esperanza y Caridad, las católicas, son siempre infusas, pero que hay virtudes teologales inferiores que son las teologales naturales. O que dentro del círculo de virtudes teologales y morales hay otro más pequeño que son las teologales y morales infusas]
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A la inclinación natural que nos lleva a obrar el bien y a evitar el mal, la llamamos virtud natural.- Las principales de éstas son siete: las tres teologales, fe, esperanza y caridad, que relacionan al hombre con Dios y las cuatro morales, prudencia, justicia, fortaleza y templanza que moderan sus costumbres.
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El principio de que proceden, el objeto de las mismas y el fin a que se enderezan, distinguen las naturales de las sobrenaturales.- Las teologales suelen ser sobrenaturales, aunque no siempre. La caridad, por ejemplo, que no tenga por principio la gracia de Dios nos llevará a amarle como a Criador y bienhechor nuestro, mas no como a Padre que nos ha adoptado por hijos.
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Obra por virtud natural, por ejemplo, el que a la vista de la miseria o desgracia ajena, por pura compasión natural, se mueve a dar limosna; o el que en provecho de su salud corporal ayuna de cuando en cuando, o se modera acostumbradamente en la comida.
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332. Virtudes sobrenaturales.- Son virtudes sobrenaturales las buenas disposiciones que Dios infunde gratuitamente en el alma, juntamente con la gracia santificante. No se adquieren ni se conservan sino con el auxilio de la divina gracia y tienden a un fin sobrenatural. Tales son las que se nos comunican en la recepción de los Sacramentos.
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Sólo Dios puede aumentarlas y perfeccionarlas en el alma, porque sólo Él puede actuar sobre los hábitos infusos; pero el hombre ha de merecer ese aumento con su cooperación, es decir,, con actos buenos.
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Son actos sobrenaturales de virtud los que se hacen con un fin sobrenatural, por ejemplo: estudiar para agradar a Dios ayunar para conseguir el perdón de los pecados, explicar la doctrina para dar a conocer a Jesucristo y salvar las almas, etc.
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Solamente las virtudes sobrenaturales son meritorias para después de la muerte porque sólo ellas tienen a Dios por fin.
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333. Virtudes morales.- Las virtudes morales tienen por objeto inmediato y directo el bien y las buenas costumbres y ordenan nuestras acciones morales conforme a la razón y a la ley de Dios.
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Estas virtudes son innumerables, pero descuellan cuatro principales que llamamos cardinales, porque son el fundamento de toda la moral cristiana y en torno de ellas se agrupan todas las demás.
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Entre las virtudes morales más importantes figuran: la religión la penitencia, la humildad, la obediencia, la mansedumbre, la generosidad, la sobriedad, la castidad, el celo para el bien y la abnegación para cumplir los deberes de estado.
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Las virtudes morales no se dirigen al entendimiento sino a la voluntad en relación con la vida moral. Pueden existir en el hombre como virtudes puramente naturales; en algunas se distinguieron varios filósofos paganos. Para ser sobrenaturales han de basarse en la fe y la gracia o caridad DIVINAS.
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334. Virtudes cardinales.- Las cuatro virtudes cardinales son: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Con ellas van acopladas todas las actividades humanas capaces de perfección moral.
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La palabra cardinal viene del latín: cardo, cárdinis, quicio o gozne; llámanse así estas virtudes porque son como quicios en torno de los cuales giran las demás virtudes morales.
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335. La prudencia.- La prudencia es la virtud moral que nos enseña a discernir rectamente lo que hemos de hacer o evitar en cada caso en orden a la salvación.
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Es la más importante de las cuatro virtudes cardinales. Jesucristo nos la recomienda sobremanera: Sed prudentes como serpientes (San Mateo, X, 16). Lo recuerda en la parábola de las “Vírgenes prudentes”, y en otros pasajes del Evangelio. Es tan necesaria que sin ella toda otra virtud se torna vicio. Es la nota característica del verdadero santo: nos hace guardar el justo medio en todo, como son las normas de la justicia, el valor de la fortaleza, la moderación de la templanza.
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La prudencia tiene por objeto mostrarnos en cada acción deliberada el fin sobrenatural a que debemos tender y los medios que conducen a ese fin. Aunque pertenece al entendimiento práctico se cuenta entre las virtudes morales, porque dirige la voluntad en influye en todos nuestros actos morales.
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Su ejercicio comprende tres actos:
1º Reflexiona y estudia los medios proporcionados y las circunstancias de tiempo, lugar, personas, modo etc., para que la acción sea buena.
2º Determina y juzga rectamente sobre el fin que se ha de conseguir, sin dejarse guiar por los falsos principios de la prudencia humana, que busca las comodidades dela carne.
3º Manda que la acción sea o no ejecutada, conforme a lo que se ha juzgado.
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Todo cristiano antes de obrar debiera hacerse estas tres preguntas: ¿Es lícito? ¿Es conveniente? ¿Es ventajoso? – Al tomar una decisión, hagamos lo que aconsejaríamos a otro en el mismo caso, o como quisiéramos haber obrado en la hora de la muerte. Tomada una prudente resolución obremos con prontitud sin respetos humanos y siempre el querer divino ante la vista.
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336.- La justicia.—Justicia – en sentido estricto--, es la virtud moral que nos inclina habitualmente a reconocer los derechos ajenos y a dar a cada uno lo suyo (Véase el 5to. curso: la Moral Católica, núm 60) [ya fotografié los cuatro libros y deben estar en mi Facebook]
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En sagrada teología, justicia es también el conjunto de virtudes que constituyen la santidad. En este caso, justicia y santidad son palabras sinónimas. Jesucristo es el Justo por antonomasia. De San José dice San Mateo que era justo (I, 19), y San Lucas lo afirma del anciano Simeón (II, 25)
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El objeto de la justicia es lo que se debe a otro con obligación estricta. La santidad pone en primer término el derecho de Dios, es decir, los deberes que tenemos para con Él; después da al prójimo lo que le es debido, pero atendiendo antes cada uno a su propia alma.
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[Hay un dibujo de la madre de los siete hermanos macabeos con el siguiente párrafo:] Fortaleza de la madre de los siete hermanos macabeos.- Admirable sobre toda ponderación y digna de eterna memoria se mostró la madre, que viendo morir en un solo día a sus siete hijos lo soportaba animosa, por la esperanza que tenía en Dios; y en su lengua patria los exhortaba, llena de generosos sentimientos; y dando fuerza varonil a sus palabras de mujer les decía: “Yo no sé cómo habéis aparecido en mi seno no es he dado yo el aliente de vida y ni compuse vuestros miembros. El Creador del universo, autor de nacimiento del hombre y hacedor de las cosas todas, ése misericordiosamente os devolverá la vida, si ahora por amor de sus santas leyes la despreciáis”… “Hijo mío, decía al más joven, no temas a este verdugo antes muéstrate digno de tus hermanos, y recibe la muerte, para que en el día de la misericordia me seas devuelto con ellos.” (II Mac., VII, 20-30)
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EJEMPLO.- La justicia cristiana no se deja comprar.- Dos nobles ingleses sostenían un pleito ante el canciller Tomás Moro -hoy santo-, y uno de ellos, para que le fuera favorable, regaló al canciller dos jarrones de plata de mucho valor. Recibiólos el canciller amablemente, hízolos llenar de vino y se los devolvió al donante. Estaba persuadido Tomás de que el jue que acepta regalos da los primeros pasos hacia la iniquidad y él no entendía de delincuentes debilidades.
337. La fortaleza.- Fortaleza es la virtud moral permanente que comunica a la voluntad valor para soportar la adversidad, resistir a las pasiones y vencer todos los obstáculos que se oponen al cumplimiento de nuestros deberes y a la práctica de la virtud. Comprende, pues, dos actos: resistir al enemigo y obrar el bien.
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Esta virtud resplandece de un modo especial en los mártires, los cuales no retroceden ni ante la muerte, cuando se trata del cumplimiento de un deber grave o de evitar el mal.
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El que diariamente se esfuerza con recto fin en cumplir sus deberes con esmero puntualidad y diligencia, practica la virtud sobrenatural de la fortaleza [nota: si lo hace para agradar a Dios y su fin no es solamente agradar al jefe]; porque ello supone energía en la voluntad para vencer el respeto humano y salvar otras dificultades.
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El objeto de la fortaleza es, pues, darnos vigor y valentía para cumplir en cada caso nuestro deber, y audacia para acometer los peligros y superar los obstáculos por graves que se presenten.
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EJEMPLO de fortaleza cristiana.- Una joven enfermera china, que varias veces había llevado paquetes a un misionero encarcelado, escuchó un día esta frase del agente de seguridad: “Venga mañana a las nueve”. Apenas la joven se presentó, el policía colocó ruidosamente la pistola sobre la mesa, procedimiento que no surtió efecto, porque la joven le dijo: “Yo he venido aquí para obedecer dócilmente; es inútil intimidarme. Meta esa pistola donde estaba”.
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El policía cedió, pero comenzó en seguida el ataque: “¿Cómo es que usted ayuda a un imperialista, el más peligroso de toda la cárcel? ¿Qué clase de relaciones tenía usted con él?
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A esta insinuación odiosa la joven replicó con todo vigor, amenazando con ir inmediatamente e presentar querella por difamación.--El guardia cambió enseguida de tema: “¿No era usted de la Legión de María?”-No, respondió ella, yo no sabía siquiera qué era eso. Pero, agregó, ahora que la conozco, desearía saber dónde queda algún grupo para inscribirme inmediatamente”.
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338. La templanza.- Templanza es la virtud moral que nos lleva a refrenar las malas pasiones y a usar con moderación de las cosas que halagan los sentidos.
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No se refiere tan sólo al a sobriedad den el comer y beber sino también al uso recto de todos los placeres y bienes terrenales. Así, pues, so objeto no es prohibir toda clase de placeres, sino moderar el deseo delos mismos y su uso conforme a la Ley de Dios. Excluye lo superfluo, pero no lo necesario para la vida.
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Partes integrantes de la templanza son: la vergüenza que hace huir de lo torpe, y la honestidad que inclina a lo decoroso y noble.
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Modalidades de ella son: la abstinencia, la sobriedad, la castidad y pudicia.
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339. Virtudes comunes y heroicas.- Virtudes comunes son las que se poseen en grado común o corriente entre los cristianos. Cuando una virtud descuella muy por encima de lo ordinario se dice que es heroica.
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El que da limosna, por ejemplo, practica la caridad común, siempre que lo haga por amor de Dios; pero si se desprende de todos sus bienes hasta privarse de lo necesario, o expone su vida por salvar a otro, su caridad es heroica.
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340. Cómo se adquieren o se pierden las virtudes.- as virtudes se pueden adquirir de dos maneras: por infusión en el Bautismo, y por el esfuerzo propio como sucede de ordinario con las virtudes morales. As virtudes teologales no pueden ser adquiridas, porque exceden a la capacidad del hombre; las infunde Dios al mismo tiempo que la gracia santificante bautismal.
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Las virtudes infusas se acrecen con el aumento dela gracia santificante. Las virtudes adquiridas se aumentan con la repetición de actos sobrenaturales de las mismas.
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Las virtudes infusas se pierden con actos contrarios a las mismas; la fe con la apostasía; la esperanza con la desesperación; y la caridad con el pecado mortal.
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Las virtudes morales se disminuye n en las almas tibias o descuidadas, y se pierden cuando no se practican.
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Al perder la gracia de Dios, las virtudes morales pierden generalmente su valor sobrenatural, pero no se pierde el hábito natural si se siguen practicando.
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Todas estas virtudes pueden conservarse y acrecentarse con la oración, la frecuencia de los santos Sacramentos y la repetición de actos.
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LECTURAS
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Virtudes derivadas de las cardinales y vicios opuestos a éstas.
--VIRTUDES DERIVADAS DE LA PRUDENCIA son: la previsión, la circunspección, el discernimiento, la precaución, la docilidad, la desconfianza de sí mismo, la discreción en guardar secretos, etc.
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VICIOS OPUESTOS POR DEFECTO: lo son la imprudencia con sus cuatro modalidades a saber: la inconsideración o irreflexión, la precipitación, la inconstancia y la negligencia.
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Lo son por EXCESO: la astucia para la que todos los medios son buenos, y la excesiva solicitud por los bienes temporales, como quien desconfía de la providencia divina.
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VIRTUDES ANEJAS A LA JUSTICIA son: la religión, que respeta los derechos de Dios; la piedad filial y la sumisión que respetan los de los padres y superiores; la gratitud, que corresponde a los bienhechores; la amistad, con que se honra a los amigos; la veracidad, la fidelidad, la urbanidad, etc. con las que se atiende a los derechos ajenos.
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PECADOS OPUESTOS A LA JUSTICIA son: el hurto, la rapiña, el fraude, la usura la retención injusta, la cooperación injusta, la violación de contratos, etc.Nota.- Véase La Moral Católica, núm. 269 y siguientes.
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HIJAS DE LA FORTALEZA son: la constancia la perseverancia, la paciencia, la confianza, la magnanimidad que incita a realizar cosas grandes, y la magnificencia, que no retrocede antes gastos cuantiosos.
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VICIOS CONTRARIOS A LA FORTALEZA son: Por exceso: la temeridad, la vanagloria y la presunción. Por defecto: la timidez, la pusilanimidad y la inconstancia.
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VIRTUDES ANEJAS A LA TEMPLANZA son: la continencia o dominio de las pasiones, la modestia o recato, la humildad, la mansedumbre, la clemencia, la eutrapelia o moderación en las diversiones que las hace más agradables y provechosas.
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VICIOS OPUESTOS A LA TEMPLANZA son: la intemperancia, la embriaguez, la gula, la lujuria, la inmodestia, la cólera, la avaricia, etc.--[nota: otra lectura:] El americanismo.
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A fines del siglo SLX pretendieron algunos den América clasificar las virtudes en activas y pasivas. Consideraban como activas las virtudes que exigen actividades y esfuerzo externo por ejemplo: la obra de los misioneros, las fundaciones benéficas, la propaganda religiosa; y llamaban virtudes pasivas, las que no tienen manifestaciones externas, y que, según ellos, no exigen esfuerzo ni actividad, como la humildad, la mansedumbre, la resignación la mortificación, etc.
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En consecuencia despreciaban las pasivas, como impropias –decían- de estos tiempos de progreso y de actividad, y daban la preferencia a las virtudes activas que tan necesarias son en nuestros días.
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Error manifiesto es éste, pues si bien los actos de las virtudes pasivas (humildad, paciencia mortificación interior, etc.) son ocultos, no por eso exigen menos esfuerzo y energía y hasta heroísmo para practicarlas. Por algo decían los filósofos paganos antiguos: Vencerse a sí mismo es la mayor de las victorias.
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Este error, llamada americanismo, fue condenado en 1899 por León XIII.--Según doctrina de la Iglesia, las llamadas virtudes pasivas son la convenientes y necesarias hoy día como lo fueron en tiempos pasados y lo serán en lo venidero. Las virtudes pasivas tienen preeminencia sobre las activas, pues la experiencia enseña que la eficacia y fecundidad de las activas son proporcionales al grado en intensidad en que practican las pasivas, los que se dedican a obras de celo y actividades exteriores.
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Jesucristo –Maestro y ejemplar de toda santidad en todos los tiempos- dijo para los hombre de todos los siglos: Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón (S. Mat., XI, 29); y Cristo no se muda.
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Con mayor razón nunca deberá atribuirse a las virtudes naturales mayor eficacia y fecundidad que a las sobrenaturales.