111. Una escuela agrícola, 1878 (MB. 13,457).
En agosto de 1877 un Obispo, Monseñor Terris, le envió una carta a Don Bosco pidiéndole que fundara una escuela agrícola en Francia. Don Bosco siempre se había manifestado opuesto a que su comunidad fundara Escuelas Agrícolas porque le parecía muy difícil lograr asistir bien a los alumnos allí. Pero la noche anterior a la llegada de la carta del Obispo tuvo el siguiente sueño: Me vi en sueños en una finca que tenía una casa rustica llena de herramientas para la agricultura. Comencé a visitar la casa que estaba totalmente desierta, cuando oí que en el campo cantaba un niño. Me asomé a la puerta y vi un niño de unos 10 años, vestido de campesino, el cual con hermosa voz me cantaba una canción que decía: – Amigo respetable, sea nuestro Padre amable.
Yo llamé al niño y le pregunté qué era lo que deseaba, pero por respuesta volvió a entonar su canción: – Amigo respetable, sea nuestro Padre amable.
Yo volví a preguntar: – ¿Qué deseas? ¿Un regalito? ¿Una medalla? ¿Una ayuda? Pero el jovencito, señalando a un grupo de compañeros volvió a cantar: – Estos son mis compañeros que dirán lo que queremos.
Apareció un enorme grupo de jovencitos que me cantaba diciendo:- Nuestro Padre, enséñanos el camino que lleva al jardín de las buenas obras.
Yo les pregunté: – ¿Pero quiénes son ustedes? ¿De dónde vienen? ¿Qué desean? Y ellos empezaron a cantar: – Nuestra patria querida es la tierra de María.
Los volví a decir: – ¿Pero qué desean de mí? Y ellos cantaron una nueva canción diciendo: – Esperamos que sea un amigo que nos lleve al paraíso.
Les dije nuevamente: – ¿Desean un puesto en mis colegios? ¿Quieren que les enseñe el catecismo o que los confiese? Ellos volvieron a cantar: – Nuestra patria querida es la tierra de María.
Luego apareció una señora vestida de pastora y fue guiando a aquellos jovencitos hacia una casa de campo, rodeada de tierras de cultivo. Los jóvenes llevaban herramientas agrícolas y el número de muchachos creció de tal manera que llegaron a ser miles y miles. La Señora señalándome esa multitud de jóvenes me dijo: – Estos jovencitos son mis hijos. A ti te los confío.
Yo le pregunté: – ¿Y cómo puedo yo solo dirigir y enseñar a tanta multitud de jóvenes? Entonces la Señora me señaló un grupo de clérigos y sacerdotes y extendiendo su manto protector sobre ellos me dijo: – Éstos te van a ayudar.
Y a una orden de la Señora todos los jóvenes empezaron a cantar en coros bellísimos aquel himno que según el Apocalipsis cantan los ángeles en el Cielo y que dice: “Alabanza, gloria, sabiduría y acción de gracias, honor, obediencia y reconocimiento sean dados a nuestro Dios por los siglos de los siglos” (Ap. 7,12).
Y a este himno respondieron con un AMEN tan fuerte y poderoso que yo… me desperté.
Explicaciones: Al día siguiente de haber tenido Don Bosco este sueño le llegó una carta del Obispo de Navarra en Francia, pidiéndole que fundara en esa región una Escuela Agrícola. El Santo aceptó inmediatamente esta petición.
Cuando el Padre Lemoyne fue enviado por Don Bosco a ver la finca que le ofrecían, se quedó admirado al constatar que era totalmente igual a la que el Santo le había contado que había visto en el sueño. La casa, las herramientas colgadas en las paredes, los campos de alrededor, todo era tal cual como Don Bosco le dijo que se le había aparecido mientras soñaba.
Y todo esto estaba en otro país distinto a aquel en el que vivía nuestro Padre.
Y otras sorpresas iban a venir después. Cuando años después Don Bosco fue a visitar a aquella nueva obra salesiana, le salieron al encuentro unos alumnos precedidos por un jovencito que llevaba en sus manos un ramo de flores. Don Bosco palideció de la emoción: ese era el joven que él había visto en su sueño y que le había dicho cantando: – Amigo respetable, sea nuestro Padre amable.
Ese muchacho llegó a ser después salesiano, el Padre Blain, y trabajó por la salvación de las almas durante más de 50 años, hasta 1947, cuando murió.
Por la noche cuando le ofrecieron una academia y el jovencito Blain cantaba un solo en honor a Don Bosco, y sus compañeros lo acompañaban luego en hermoso coro, Don Bosco le dijo emocionado al Padre Director: – Se está repitiendo aquí exactamente lo que vi y oí en el sueño.
En cuanto a los ayudantes que la Virgen le prometió a Don Bosco que le iba a enviar, sobra decir que en Francia han llegado numerosas vocaciones a la Congregación Salesiana y aun hoy día muchos clérigos y sacerdotes se dedican a educar a los alumnos salesianos, protegidos siempre de manera admirable por la Santísima Virgen, la Santa Pastora, la Madre del Buen Pastor.
Los miles y miles de jóvenes estudiantes de agronomía que Nuestra Señora le señaló en este sueño al Santo Fundador, han estado llegando desde hace más de cien años a las Escuelas Agronómicas de los salesianos en más de 50 países del mundo.
En cuanto a aquella frase que cantaban los niños “Nuestra patria querida es la tierra de María”. Es de notar que Francia se ha llamado: “Tierra de María” porque en esa nación se apareció la Santísima Virgen para recomendar la devoción a la Medalla Milagrosa (1830) y se apareció luego 18 veces a Santa Bernardita en Lourdes (1858). Y desde allí se extendió maravillosamente la devoción a la Virgen María por todo el mundo. A Lourdes llegan cada día peregrinaciones de los diversos países del universo. Hay que recordar también que todo lo que los niños cantaron a Don Bosco en este sueño, se lo cantaron en francés.
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112. Los perros y el gato, 1978 (MB. 13,470).
En la noche del Viernes Santo de 1878 el enfermero de Don Bosco lo oyó gritar durante el sueño, como si estuviera muy asustado. Al día siguiente le preguntó la causa de sus gritos y el buen Padre le narró el sueño que había tenido: Soñé que un pobre gatito venía corriendo perseguido por dos feroces perros, muy grandes. Yo llamé al gato para que se refugiara junto a mí, y los dos perrazos se acercaron ladrando furiosamente. Yo les grité a los perros: – Lárguense de aquí, y dejen en paz a este pobre gatito.
Y entonces los perros hablaron y me dijeron: – Tenemos orden de matarlo.
Y se lanzaron a acabar con el pobre gato. Yo tomé en mis manos un bastón y empecé a defender a aquel pobre animalillo contra sus dos feroces atacantes y les gritaba aquellos que se me oyó decir durante el sueño: – Quietos. Atrás. Aléjense.
Y de pronto vi que el gato se había convertido en un corderito y que los perros se habían convertido en dos osos feroces, los cuales tomaron luego la forma de dos demonios horribles que gritaban: – Lucifer nos mandó que le lleváramos este individuo.
Yo me volví a mirar al corderillo pero se había convertido en un jovencito de nuestros colegios que lleno de espanto me repetía suplicante: – Don Bosco, por favor sálveme. Sálveme Don Bosco, por favor.
Le respondí emocionado: – No tengas miedo, ¿estás resuelto a ser bueno y a portarte bien? – Sí, si Don Bosco. ¿Pero qué tengo que hacer para salvarme? Le recomendé: – Tienes que llevar siempre contigo la medalla de la Virgen Santísima. Arrodíllate y recemos los dos una oración.
Y recuerdo muy bien quién era este jovencito.
Nota: En este gatito convertido en cordero y luego en persona, puede estar representado cada uno de nosotros, y ya sabemos lo que dice la Santa Biblia: “El enemigo, el diablo da vueltas a nuestro alrededor como fiera furiosa, buscando a quien devorar” (1 San Pedro 5,8). Quién sabe cuántos jovencitos débiles e ingenuos como corderitos, estarán siendo perseguidos y acorralados por enviados de Satanás, para acabar con la vida de su alma. La devoción a la Virgen María, la oración y los buenos consejos de sus educadores pueden librarlos de tan horrendo peligro