01 May

No saqué este post de https://bibliaytradicion.wordpress.com/inquisicion/los-suenos-de-san-juan-bosco-      sino de otra fuente.
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19. El futuro del joven Cagliero, 1854
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En Agosto de 1854 Don Bosco fue llamado urgentemente para preparar a un muchacho de 16 años cuya muerte era inminente [había ayudado a asistir a los enfermos de cólera y se enfermó] . El muchacho era un estudiante del oratorio, al cual los eminentes doctores Calvagno y Bellingeri le habían dado unas pocas horas de vida. Don Bosco quería a ese muchacho entrañablemente, y entró al cuarto para prepararlo con gran congoja. Pero al aproximarse a la cama, una misteriosa visión lo detuvo. El santo vió una paloma puramente blanca volando alrededor del lecho con una rama de olivo en el pico. Lentamente la paloma descinde sobre le muchacho y deja caer la rama de olivo sobre su frente. Alrededor de la cama también ve extrañas figuras. ¿Hombres o fantasmas? Ve dos hombres que se distinguen de entre los otros: Uno tímido, con la piel bronceada; el otro alto con aire de guerrero, pero con una dulce actitud. En ese preciso momento, una luz sobrenatural ilumina la mente de Don Bosco, con lágrimas en los ojos se inclina sobre el joven y le pregunta:
“Dime, ¿quieres ir al Paraíso? –Si Don Bosco lo aprueba, iremos al Paraíso inmediatamente”
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Pero Don Bosco no aprobaba la partida de su querido muchacho al Paraíso, y mirándolo con gran ternura le dice: “No, mi querido hijo, ¡no es tiempo todavía! No morirás. Te curarás, serás sacerdote y misionero y con un breviario en la mano irás alrededor del mundo en busca de almas que salvar y bautizar. Y entonces…”
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Don Bosco hizo silencio y no quiso hablar una palabra más. El enfermo recuperó la salud. Unos meses después, Don Bosco agregó que llegaría a Obispo. Ese muchacho era Juan Cagliero el futuro apóstol de los indios de la Patagonia, el primer salesiano obispo y cardenal de la Iglesia Católica. Don Bosco predijo muchos sucesos públicos a muchos enfermos graves les predijo que se curarían, y anunció la muerte inminente de varias figuras públicas.
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NOTA: el joven de aspecto tímido bien puede ser San Ceferino Namuncurá, primer santo argentino, hijo del Cacique Manuel Namuncurá, (el más temible y el último en rendirse) y de una mujer chilena blanca cautiva. Ceferino, al venir a estudiar a Buenos Aires fue a un colegio militar pero no se adaptó ni a hacer la fila y terminó en un colegio Salesiano, donde abrazó la Fe y quería ser sacerdote para evangelizar a su pueblo y traerlos a la Fe de su “amigo Jesús” como él lo llamaba. Cuando enfermó de tuberculosis, el Obispo Cagliero lo llevó a Italia a verse con los mejores médicos. Fue recibido por el Papa quien le dio una medalla que sólo se daba a los príncipes. Fue internado en el Hospital de los Hermanos de San Juan de Dios, donde fue atendido por el Dr. José Lapponi, médico personal de los papas León XIII y Pío X. El 11 de mayo de ese mismo año, a los 18 años de edad, Ceferino Namuncurá murió acompañado por monseñor Cagliero. Según la mayor parte de sus biógrafos sus últimas palabras fueron:
¡Bendito sea Dios y María Santísima!; basta que pueda salvar mi alma y en los demás que se haga la santa voluntad de Dios..
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foto editada de San Ceferino Namuncurá 



Anécdotas de la vida de San Juan Bosco (I)
Cuando necesitaba dinero, Don Bosco siempre confió en la ayuda de la Divina Providencia, y siempre sus necesidades eran satisfechas de manera misteriosa. Ejemplo: el 20 de enero de 1858, Don Bosco tenía que pagar una deuda considerable y no tenía un centavo para hacerlo. Era ya el 12 y el acreedor, quien había esperado ya un largo tiempo requería que se le pagase sin falta. Don Bosco se dirigió a unos pocos de sus alumnos: 
- “Hoy necesito una gracia particular. Voy a ir a la ciudad y mientras tanto quiero que ustedes vayan a la iglesia a rezar”
Así lo hicieron. Mientras Don Bosco caminaba por las calles de Turín, un hombre desconocido lo saluda y le dice:
“Don Bosco, ¿es cierto que usted necesita dinero?
Don Bosco le responde: “Y urgentemente”.
“Si ese es el caso, aquí tiene, tome esto.” Y le entregó un sobre con varios billetes de mil liras. Don Bosco titubeó en aceptarlos, sin saber si el extraño era serio.
“Pero por qué me da usted este dinero?
“Tómelo y no haga preguntas” Y el extraño se alejó sin darle el nombre del donante, y sin querer aceptar un recibo. (Zarba D’Assorio, 1938)
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En 1859, se presentó una situación similar. Don Bosco dejó a sus muchachos rezando y se fue a caminar por las calles. Los jóvenes rezaron varias horas, hasta la tres de la tarde. Al caer la noche llegó Don Bosco con el dinero. Sin muchos deseos de hacerlo, les relató lo que había pasado:
“Caminé buscando ayuda, sin saber a dónde ir. Cuando llegué a la Consolata , entré y le rezé a la más bendita Virgen que me ayudara y no me abandonara en esta situación. Salí y caminé de calle a calle, desde mediodía hasta las dos, cuando en una callejuela cerca de la iglesia de Santo Tomás, un hombre bien vestido se acercó y me dijo:
“Oh, sino me equivoco usted es Don Bosco”
“Para servirlo”- le contesté
“Pues mire, he tratado de verlo, y si no lo hubiera encontrado aquí tendría que haber caminado hasta el Oratorio. De modo que usted me está ahorrado el viaje, porque mi empleador quiere que le entregue este paquete.
“¿Qué es?”
“No lo sé”
Don Bosco abrió el paquete. Eran bonos de una deuda pública.
“¿Y de dónde proceden estos bonos?”. “No puedo decírselo. Mi misión está cumplida. Tenga usted un buen día”. Y se marchó.
“Tenía suficiente para pagar todos los gastos que debemos. Oh, mis queridos muchachos, cuán grande es la Divina Providencia”.
En Agosto de 1884, Don Bosco era el huésped, con el sacerdote Viglietti del Obispo de Pinerolo. Estaban sentados en el patio trasero, cuando un ayudante vino con dos cartas para Don Bosco. Éste las leyó y lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Viglietti, asustado, preguntó qué pasaba: “La Virgen –dijo el Santo- nos ama mucho” , y le dio a Viglietti los papeles. En una carta, le pedían a Don Bosco que pagara treinta mil liras que debía. ¿Adonde iba a encontrar semejante suma? En la segunda carta, una mujer de la nobleza de Bélgica le preguntaba a Don Bosco cómo podía usar, por la gloria de Dios, treinta mil liras. Zarba D’Assorio, 1938. P256)
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Otro caso ocurrió el 14 de agosto de 1886. La directora del colegio de niñas [un colegio fundado bajo la protección de San Juan Bosco pero para niñas] fue al estudio de Don Bosco y, debido a urgentes necesidades, se llevó todo el dinero que habían recibido esa semana. Tan pronto como ella salió, entró un visitante que había estado esperando en la antecámara.
“Lamento haberlo tenido esperando. La Directora del colegio de niñas acaba de irse con todo el dinero que tenía. Ahora estoy pobre y sin un centavo”.
“Pero, Don Bosco, si usted necesitara dinero en este momento, ¿qué haría?”
“Oh, Providencia… Providencia…” –“Eso es muy lindo ¿pero si usted no tiene dinero, y si usted necesita dinero ahora mismo, en este preciso momento?
“En ese caso –prosiguió Don Bosco con una misteriosa mirada- yo le diría, mi querido amigo, vaya a la antecámara, y allí encontrará una persona que brinda una oferta a Don Bosco”
“¿Qué dice? ¿En serio? Nadie había en la antecámara… ¿Quién le dijo semejante cosa?”
“Nadie, pero yo lo sé y Santa María lo sabe. Vaya, vaya y vea usted mismo”
El visitante va a la antecámara, y viendo allí un hombre, le pregunta. “¿viene usted a ver a Don Bosco?”
“Sí, vengo a traerle una donación”
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 La fórmula segura para ganarse la lotería
-De San Juan Bosco

En el siglo pasado vivió uno de los hombres mas famosos por sus milagros y sus profecías: San Juan Bosco. Su fama se esparcía por todos lados. A unos les anunciaba cuantos años iban a vivir, a otros les decía lo que iban a ser en el futuro, y a muchos les leía los pecados ante que se los dijeran en el confesionario. En total hizo más de ochocientos milagros.
Un hombre pobre oyó hablar de las maravillas que hacía este humilde sacerdote y corrió en su busca para preguntarle algo muy importante: La fórmula para sacarse la lotería. Quería que el santo le dijera qué números debía escoger al comprar el billete.
San Juan Bosco meditó un rato y luego le contestó con plena seguridad: "los números mágicos para que Ud. Se saque la lotería son estos: 10 -7- 14. Con seguirlos en cualquier orden y se la sacará".
El hombre se llenó de alegría y ya se despedía para salir corriendo a comprar el billete, cuando el santo, tomándolo del brazo le dijo sonriente: "un momento, que todavía no le he explicado bien los números ni le he dicho de qué clase de lotería se trata. Mire: estos números significan lo siguiente: "10" significa que usted debe cumplir los Diez Mandamientos; "7" significa que usted debe recibir con frecuencia los sacramentos; "14" significa que usted debe practicar las 14 obras de misericordia, tanto las corporales como las espirituales. Si usted cumple estas tres condiciones: observar los mandamientos, recibir bien los sacramentos y practicar las obras de misericordia, se va a sacar la más estupenda de todas las loterías: la gloria eterna del cielo".
El hombre comprendió y en vez de irse a buscar al lotero, fue al asilo a llevar una limosna.
Invierte todo tu corazón en esos números y serás verdaderamente feliz aquí en la tierra y en el cielo.

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