08 Aug

43. Los colaboradores de Don Bosco 1862 (MB. 7,289)

Dice el Padre Albera, segundo sucesor de San Juan Bosco: “En 1862 nos reunió a los que le colaborábamos en su obra educativa y nos narró el siguiente sueño: Tuve un sueño en el cual me vi rodeado de jóvenes y sacerdotes. Les propuse que subiéramos a una montaña y todos aceptaron. En la cumbre de la montaña estaban las mesas preparadas para un magnifico banquete que debía ser celebrado con músicas y espléndidas fiestas.
Emprendimos todos el camino. La subida era escarpada y difícil y se encontraban diversos obstáculos que hacían más penoso el ascenso. Como todo esto era molesto para los que ya estaban cansados, en un determinado punto todos se sentaron.
También yo me senté a descansar un rato y después, animándolos a todos a seguir subiendo con todo entusiasmo, empecé nuevamente la marcha a paso ligero.
Pero poco después volví a mirar para observar dónde estaban mis seguidores y noté que todos habían vuelto hacia atrás y que yo me había quedado totalmente solo.
Y yo me puse a pensar: “Debo subir hacia esas alturas y no puedo subir solo. ¿Cómo voy a hacer? Mi misión es llegar hacia esa alta montaña pero rodeado de muchos compañeros. ¿Cómo haré para cumplir esa misión? Y se me ocurrió una idea: Mis primeros colaboradores era buenos, piadosos, de excelente voluntad, pero no estaban preparados para esta labor de educar a la juventud abandonada. Ni yo ni nadie más los había formado para esto y no estaban ligados entre sí y conmigo por votos o juramentos de obediencia, y por eso me abandonaron.
Y seguí pensando: Ahora tengo que remediar mi falla. Fue demasiado amargo mi desengaño. Ahora veo claramente lo que debo hacer: no puedo contar con los que yo no haya formado para esta misión. Volveré a la base del monte. Reuniré a muchos jovencitos. Haré que me quieran. Los adiestraré para que sepan aguantar con entusiasmo los sufrimientos que existen en la tarea de educar a la juventud, y aprenderán a soportar pruebas y sacrificios. Me obedecerán de muy buena voluntad. Y subiremos juntos al Monte del Señor.
Explicación: Al terminar la narración de este sueño Don Bosco les dijo a sus colaboradores, los jóvenes salesianos de su comunidad (que apenas llevaba tres años de fundada): “Yo he puesto en ustedes toda mi confianza y toda mi esperanza”. Y luego durante una hora les habló con entusiasmo de los muchos bienes espirituales que consigue para esta vida y para la eternidad quien se dedica a la vida religiosa y a la educación de la juventud. Y les prometió que la Virgen Santísima conseguirá inmensos premios para quienes se consagren a educar a los jóvenes abandonados.
Don Bosco estaba trabajando desde 1841 a favor de la niñez abandonada. Muchos sacerdotes y Apóstoles laicos llegaron a colaborarle, pero después de pocos meses o años, se retiraban porque les parecía que aquella labor era demasiado difícil e ingrata. Hasta que al fin, por iluminación del Cielo, el Santo dispuso formar como educadores de los niños pobres, a esos mismos niños pobres, y así fue formando de entre sus mejores alumnos un grupito que le colaboraba, y en 1859 fundó con 18 de ellos la Comunidad Salesiana que ahora está en 105 países con 1,300 colegios para gente de clases populares y con 17,000 salesianos.
Todos los primeros salesianos de Don Bosco fueron niños pobres que él recogió y educó en sus “Oratorios” y a los cuales por medio de sus excelentes ejemplos y sus sabios consejos convirtió en Apóstoles de la juventud.
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44. Asistencia a un niño moribundo 1862 (MB. 7,298).


El sábado 20 de diciembre de 1862, Don Bosco dijo al alumnado: “El día de Navidad, uno de nosotros habrá viajado hacia el paraíso”. Los jóvenes se asomaron a la enfermería para ver si había algún enfermo, pero no había ninguno. El 21 fueron también a observar y no había nadie enfermo allí.
Pero el 22 de diciembre el buenísimo jovencito José Blangino, de diez años, empezó a sentirse mal y lo llevaron a la enfermería. Como la enfermedad se agravó fue llamado el médico el cual declaró que la enfermedad era mortal. El 23 de diciembre se le administró el Viático y el 24 a las 2 y 30 de la madrugada murió santamente.
Entonces aquel día Don Bosco narró el sueño que había tenido la semana anterior: “Soñé que junto con el Padre Alassonatti y mi mamá (que murió hace 6 años) estábamos asistiendo al jovencito: “Se ha muerto”. Yo le pregunté: “¿De verás se ha muerto?”. Y ella me respondió: “Sí, ha muerto. ¿Y qué hora es? ¡Van hacer las tres de la madrugada! Entonces el Padre Alassonatti exclamó: – Quiera Dios que todos nuestros jóvenes logren morir así, con tanta tranquilidad y paz.
Esta madrugada oí un golpe fortísimo como si alguien le hubiera dado con un cartel en la pared. Me desperté y exclamé: – ¡Blangino ha partido hacia la eternidad! Recé luego una oración por su bendita alma, y en seguida el reloj de la torre dio las 2 y 30 de la madrugada.
Explicación: El 23 a las diez de la noche Don Bosco estaba en la enfermería visitando al enfermito Blangino. El Padre Rúa le dijo: – Si quiere yo me quedó aquí toda la noche, para asistir al niño a la hora de su muerte.
Y Don Bosco le respondió: – No es necesario que se quede toda la noche. Váyase a dormir y ordene que a las dos de la madrugada lo llamen para venir a asistirlo en sus últimos momentos.
A las dos de la madrugada fueron a llamar al Padre Rúa. Vino enseguida a auxiliar espiritualmente al niño Blangino y éste murió santamente a las 2 y 30.

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