80. Visita al colegio de Lanzo 1871 (MB. 10,50).
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Carta de Don Bosco a los alumnos del Colegio Salesiano de Lanzo, Italia, fechada el 11 de febrero de 1872.
Amadísimos discípulos: Fui a visitarlos sin que los jóvenes ni los superiores se dieran cuenta. Fui en sueños. Al llegar a la entrada del colegio vi un monstruo, verdaderamente horrible. Tenía unos ojos muy grandes y que echaban llamas. Nariz gruesa y chata. Boca ancha, orejas como las de un perro, y salían de su cabeza dos cuernos como los de un venado. Reía y bromeaba con algunos compañeros suyos y saltaban alegremente. Yo le pregunté:- ¿Qué hace aquí, monstruo infernal? ¿Por qué no entra al colegio, es que ha dispuesto dejar en paz a los alumnos del colegio? Él me respondió: – Yo me divierto aquí alegremente porque en el colegio hay algunos que me reemplazan en hacer el mal a los demás. Tengo un grupo de alumnos que me ayudan a las mil maravillas.
Y acompañándome hasta la Iglesia donde estaban los sacerdotes confesando, me dijo: – Aquí hay unos que me hacen mucho mal: son los que se confiesan bien y cambian de conducta. Pero hay otros que son colaboradores míos: son los que se confiesan mal, los que se confiesan siempre de lo mismo y no mejoran en nada su comportamiento.
Luego señaló como amigos suyos a algunos que durante la misa se dedican a tener malos pensamientos y que no les gusta nada ir a la Iglesia, e indicando hacia un alumno me dijo: – Este ya estuvo en peligro de muerte. Entonces hizo mil propósitos de portarse bien. Pero apenas recuperó la salud siguió portándose peor que antes.
Luego me acompañó por distintos sitios del colegio y me hizo ver cosas que yo no imaginaba que allí sucedían. Esas no las cuento aquí. Les diré personalmente a los interesados cuando vaya hasta allá.
Yo le pregunté entonces al monstruo: – ¿Qué es lo que más le ayuda en los jóvenes al enemigo del las almas? – Las conversaciones, las conversaciones, las malas conversaciones – dijo emocionado – y añadió: Cada palabra mala o de doble sentido produce frutos importantes contra las almas.
– ¿Y quiénes son los mayores enemigos del enemigo de las almas? – Los que comulgan frecuentemente.
– ¿Y qué es lo que más le disgusta? – Lo que más me disgusta es la devoción a María y…
Y se calló y no quería seguir. Yo le insistí: – ¿Cuál es la otra cosa que tanto le disgusta? Entonces se estremeció. Parecía un perro, un gato, un oso, un lobo. Le aparecieron tres cuernos, cinco, diez… tres cabezas, cinco, siete cabezas… Trataba de huir pero yo me esforzaba por no dejarlo alejarse sin que me dijera su secreto. Entonces le dije: – En el nombre de Dios Creador le mando que me diga cuál es la otra cosa que tanto le disgusta.
En ese momento él y los demás monstruos que lo acompañaban se retorcieron y tomaron formas que yo jamás quisiera volver a ver. Empezaron a hacer un gran estruendo dando temibles alaridos y terminaron con estas palabras: – Lo que más nos disgusta, lo que más derrotas nos proporciona, lo que más tememos es que cumplan bien los propósitos que hacen en la confesión.
Y al decir esto hicieron un ruido tan espantoso con sus alaridos que yo me desperté.
Personalmente les diré después allí mismo en el colegio algunas explicaciones de lo que vi y oí en este sueño.
Afmo. en Jc. P. Juan Bosco
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81. El estandarte fúnebre 1871 (MB. 10,51).
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En los comienzas de noviembre de 1871 Don Bosco anunció que antes de terminar el año, uno de sus discípulos pasaría a la eternidad. Lo dijo así: Me pareció ver en sueños un estandarte desplegado al viento, llevado por algunos que parecían ángeles. Por un lado del estandarte aparecía la imagen de la muerte, un esqueleto con una guadaña o instrumento afilado, y dispuesta a cortar la vida de alguno. Al otro lado del estandarte aparecía el nombre de uno de nuestros alumnos y el año 1871, con lo cual se indicaba que la muerte de este joven seria antes de terminar este año.
Nota: Antes de terminar el año murió el alumno Eugenio Lechi.