01 May


109. La Señora y los confites, 1877 (MB. 13,265).


Soñé que salía a una avenida y que me encontraba con una vendedora ambulante la cual estaba fabricando dulces: – ¿Qué está haciendo? – le pregunté.
– Estoy fabricando dulces para los salesianos.
Y me mostró que fabricaba tres clases de dulces: unos blancos, otros rojos y otros negros. Y me explicó: – Estos son los premios para los salesianos. Los blancos se manchan fácilmente. Son para los trabajos que cuestan poco.
Los rojos, color de sangre, son para los trabajos que cuestan fuertes sacrificios. Y los negros que son los más valiosos son para los trabajos que llevan hasta a conseguir la propia muerte.
– ¿Y por qué los cubre con tanta azúcar? – le pregunté.
– Porque los salesianos saben sobresalir en todas partes en la virtud de su patrono San Francisco de Sales, que es la dulzura, la amabilidad.
Yo seguí mi camino, pero luego me alcanzaron varios sacerdotes que me dijeron: – Que la señora le manda un mensaje muy importante: que les diga a sus discípulos que trabajen, que trabajen mucho. Que van a encontrar muchas dificultades (como si fueran espinas) pero también muchos consuelos (como si fueran rosas), que les diga a todos que la vida es breve y que la cosecha es mucha. Que recuerden todos que la vida es breve pero que la eternidad que se consigue es inmensa.
– ¿Pero es que no se trabaja en nuestra Congregación? – les pregunté.
– Si se trabaja, pero se puede trabajar más y mejor.
Al oír esto me desperté.
Ojalá que recordemos el mensaje que recibí en este sueño: tener la amabilidad y dulzura de San Francisco de Sales y trabajar mucho y muy bien.
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110. Mensaje al Papa León XIII 1878 (MB. 13,419).

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En febrero de 1878 Don Bosco redactó el siguiente mensaje y lo envió al Papa León XIII, por medio del Cardenal Bartolini.
Le escribe un pobre siervo del Señor que ya antes envió algunos mensajes al Santo Padre Pío IX.
He oído una voz que decía: – Es necesario buscar las vocaciones para el sacerdocio no tanto entre los ricos que viven llenos de comodidades, sino sobre todo entre los que trabajan en el campo y entre los pobres de las ciudades, y no mirar en edad o en clase social. Reunirlos y prepararlos bien para que logren en el sacerdocio conseguir muchos frutos espirituales.
Hay religiosos dispersos por las persecuciones. Conviene reunirlos y si no es posible formar con ellos muchas casas, que por lo menos se formen unas pocas pero cumpliendo bien sus reglamentos.
Personas que viven en el mundo, si se dan cuenta de que los religiosos cumplen exactamente sus reglamentos y llevan una vida Santa, sentirán interés y atracción por la vida religiosa y entrarán a las comunidades.
Las comunidades religiosas fundadas últimamente están más apropiadas para los tiempos modernos. La gente de ahora desprecia bastante a los que solo rezan, pero aprecia mucho a los que no solo rezan bastante sino que trabajan fuertemente. Por eso las comunidades nuevas deben ser apoyadas y favorecidas por aquellos que el Espíritu Santo ha colocado como jefes de su Iglesia.
Se recomienda pues: trabajar mucho por conseguir vocaciones.
Insistir a los religiosos en la observancia de sus reglamentos.
Favorecer y apoyar a las comunidades nuevas y a los institutos religiosos que ayudan a las misiones extranjeras.

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